Por mucho que lo neguemos, todos alguna vez hemos cotilleado, pero, aunque el acto de cotillear pueda ser percibido como algo repugnante, en secreto, todos disfrutamos cuando nos cuentan algo sobre otra persona, vamos, ni siquiera tiene que ser un dato de un conocido tuyo, un ejemplo es la gran cobertura que hay por parte de la prensa cada vez que una pareja famosa se separa, y es que, por más inútil que pueda ser saber el tipo de cosas, como por qué Piqué duerme en el sofá y no con Shakira, nuestro cerebro libera dopamina ante este tipo de información, pero ¿Qué dice la ciencia al respecto de los cotilleos? En este artículo abordaremos de ello.

Los seres humanos somos curiosos por naturaleza, esta característica nos ha servido toda nuestra existencia para comprender, descubrir e inventar muchas cosas, en sí mismo, al ser el conocimiento algo vital en el desarrollo humano, no es raro que nuestro cerebro libere dopamina ante información nueva, ya que incluso si el contexto no es el inventar o construir algo, la información o más concretamente los cotilleos, han servido y sirven como vía para el aprendizaje de las normas a seguir para ser parte de un grupo y en general, de una sociedad.

Por ejemplo, cuando pequeños, es normal que escuchemos a nuestros padres criticar, burlarse o porque no, elogiar a otra persona. A partir de esta información aprendemos de manera preconsciente lo que la sociedad espera de nosotros. Más tarde, sucede algo similar a una escala de grupos, no solo de amigos, sino también más complejos, como tribus urbanas o partidos políticos, en mayor o menor medida, se representan por compartir intereses, creencias, comportamientos y/o ideologías similares.